domingo, 3 de junio de 2012

Cella, soñando en la bici.



 A un lugar de Teruel de cuyo nombre me acuerdo perfectamente (Cella), acudieron un gran hidalgo (Quijote), dos lindos gatitos (Gato Félix y Kike) y una ardilla (Alvin; el que escribe).

La mañana pintaba soleada, aunque más tarde habían anunciado lluvia (y vaya si llovió de vuelta, sin lugar a dudas uno de los peores días que recuerdo al volante), no obstante el tiempo nos respetó durante los 150 km (145 km oficiales tras la salida neutralizada) que duró la prueba y pudimos disfrutar de eso que llaman "cicloturismo".


Tras acudir a la cita con dos minutos de tiempo y tener que elegir entre darnos crema y montar las bicis (respuesta obvia), nos montamos en nuestras máquinas y con paso firme y decidido encaramos la línea de salida. Parada técnica para recordar que la carretera estaba abierta y salida lanzada...


Y tanto que lanzada! 50 km/h y 170ppm para ir haciendo la goma durante los 40 kilómetros (más o menos) que separan la salida de la falda del primer puerto. Vaya tres compañeros que se echó la ardilla, ninguno estaba dispuesto a dejarse caer tan pronto y evitando la mayor caída del día (dos caballeros fueron a dar con sus huesos en el suelo provocando que el pelotón nos abriéramos como cuando Moisés separó las aguas), progresamos poco a poco para ir a rueda (que dicen que eso no cansa).

Mis patas dolían, el cansancio por trece días de antibiótico era más que patente y el miedo a fenecer en la lucha se fue apoderando de mis huesos. La cadera respetaba y el día era más una lucha psicológica contra mí mismo que otra cosa.


En ningún momento me dejaron solo mis compañeros e hicieron que poco a poco fuera confiando en mí mismo y en que podía seguir el ritmo que me marcaban, que obviamente era menor que el que ellos por sí mismos, podían llevar. Llámenme idiota, pero esto es lo que entiendo por disfrutar una cicloturista, entender el ciclismo como amigos y superarse a uno mismo (en mi caso), ojalá algún día pueda llegar a andar tanto como para ayudar en un relevo a llevar a alguien, empujar a algún compañero cuando no pueda más o simplemente ser partícipe de el sueño de otra persona. Ese día me consideraré ciclista.


La carrera fue bonita, el terreno es perfecto, el paisaje precioso y el no ir fuera de mis casillas como hace una semana ayudó a que aún con sufrimiento pudiera disfrutar de un bonito día de bici.

No tengo más que decir que la mañana fue perfecta, aún a pesar de las casi diez personas que nos esprintaron en los veinte últimos metros de llegada, tras ir más de media carrera a la rueda de quienes me acompañaron. Una vergüenza, espero que el próximo año ganen el tour... o no.


Buen comienzo de semana.

Toño

No hay comentarios:

Publicar un comentario