miércoles, 10 de abril de 2024

Una palmada en la espalda. Un acompáñame.





No soy la perfección con patas que muchos creen que soy.

No soy la educación personificada, ni la seriedad por castigo.

Tampoco sé estar siempre con una sonrisa y tener la mejor respuesta.

No siempre tengo ganas de vivir, o de hacer el payaso ni tan siquiera de estar por y para los demás.

A veces tengo que gritar que todo es una mierda, y no significa que lo sea.

A veces tengo ganas de llorar y no puedo, porque nadie está dispuesto ni tan siquiera a verlo.

Alguna vez gritaría, y la mayoría de las veces lo hago sólo, metido en un coche con las ventanillas bajadas o pedaleando en la bici apretando como si no hubiera un mañana.

De vez en cuando necesito que me abracen y me digan que el mal es pasajero y que todo pasa.

Y no puedo... porque no tengo nadie a quien quejarme, ni nadie que no se sorprenda de que estoy "mal".

No necesito que me digan que "lo tengo todo"

No necesito que me digan "que siempre estoy mal"

No deseo escuchar "estoy harto de que me hables de tus problemas"

No quiero que me miren como si no fuera con ellos... compartir un momento malo es la manera más simple de desprotegerse y entregarse a otro.

Quiero poder ser yo, y que quien lo reciba sea capaz de entender que compartir cuando estás mal con alguien es la manera más simple de decirle te quiero

Eso es todo.




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