jueves, 22 de abril de 2010

El colacao



Siempre le habia gustado el colacao más que nada en el mundo, recien levantado, con la leche caliente echaba una buena cucharada coronando el vaso, y así sin revolver ni nada se lo quedaba mirando relamiendose...era lo mejor del mundo, la mejor manera de levantarse!

Pero ese día sin pensarlo, al meter la cuchara en el vaso comenzó a removerlo como nunca, de izquierda a derecha en círculos cada vez con más celeridad. La cuchara deshacía todo lo que quedaba del chocoloteado polvo y mientras su color se mezclaba con el de la leche una voz le decía "para..", "con calma..", "al final no te sabrá a nada...", sin embargo ya había empezado y no podía parar, la mezcla debía ser perfecta, no podía quedar mancha en el vaso y estaba seguro de que iba a conseguir tomarse el mejor colacao del mundo...

Finalmente a la misma velocidad que daba vueltas al colacao, sacó la cucharilla del vaso, levanto la mano y posó sus labios sobre el borde del mismo, bebiendo como alma que lleva el diablo aquello que tanto le gustaba. Al terminar... pensó "ya está?, esto es todo?, donde estaba el sabor?, y mi colacao?, con lo bueno que está cuando puedo saborear todas esas motas que se quedan sin disolver... y hoy no me ha sabido a nada"...

Se quedó pensativo, "así no puede ser", hay que revolver el colacao más lento, con cariño, con pausa y con sosiego". "De esta manera se cosigue saborear tanto el colacao como el momento de hacerlo".

No, no me he vuelto loco... es otro momento filosófico. El que quiera entender que entienda.

No os perdáis ningún momento de la vida por vivir más rápido, a veces frenar tampoco es la solución pero decelerar no viene mal.

Un abrazo

Toño

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