Dicen que después de "tocado" viene "hundido"... esperemos que no.
La verdad que no me pasa nada más que un acúmulo de días en los que la cabeza no me va, la vida profesional me exige darle a la pelota más de la cuenta y aunque alguno no lo crea, el desgaste intelectual aseguro que puede asemejarse al físico en muchos aspectos.
Este fin de semana nos hemos estrenado en una de las cicloturistas que más me gustó el año pasado y que por tanto ha habido que repetir, Rompepiernas, en la localidad de Sos del Rey Católico, bonito sitio donde los haya.
Había varias opciones y como no, nos apuntamos a la más larga, 174km y 8 puertos, para que nuestras piernas "empezaran a coger ritmo" de cara a lo que se nos viene encima este año.
El día acompañó y aunque salimos con algo de fresquillo en el principio, el calor agobiante del medio día hizo que al menos yo, llegara a meta sin manguitos, sin chaleco y mojándome la cabeza con agua del bidón (menos mal que no me eché el agua con sales que llevaba en el de delante :D).
Esta vez, aunque salimos todos los amigos juntos, fuimos probándonos en los puertos, y compartí rueda con "Quijote" y "Keny" que me llevaron "como una madre" toda la mañana, realmente con estos dos compañeros sumados a los que me han acompañado en otras ocasiones, puedo decir que he ido acompañado, en lo que a mi vida enbizzera se refiere, de las mejores ruedas que uno puede desear. A lo largo de los cuatro primeros puertos fuimos reagrupándonos con el grupo en el que venía Quique, sin embargo en el penúltimo puerto de la jornada nos tiramos para abajo al avituallamiento, para esperarlos a la sombra y bien hidratados....
Cual fue nuestra sorpresa, cuando nos dimos cuenta que debido a un fallo (por lo que comenta la organización), los compañeros a los que esperábamos, fueron desviados a la cicloturista de media distancia, terminando así su participación y dejándonos solos para enfrentar, con la moto de la guardia civil que cerraba la comitiva acompañándonos, los últimos 40km de la prueba. Menos mal que pronto adelantamos a algún corredor y ya solo nos acompañamos los tres hacia la meta.
Por fin llegamos, con las piernas muertas y un calor sofocante. Una cicloturista más vencida, el orgullo de acabar y de compartir sufrimiento con dos colosos de las dos ruedas, y el recuerdo de lo que me iban a doler las piernas el lunes me acompañó el viaje de vuelta.
Un abrazo a todos.
Toño
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