Finalmente se ha ido.
Parece que fue ayer cuando nos tomábamos un café con un panecillo y mermelada en la cafetería de debajo de casa de mi madre y esta semana me sobresaltaba la noticia de que los aullidos de una ambulancia eran por ti.
No puedo evitar el mirar cuando paso por delante de la garita y acordarme de que en poco tiempo conseguiste hacerte con todo el que pasaba por delante de tu puerta. No fueron pocas las opiniones negativas a que ocuparas el lugar en el que has estado los últimos años, pero poco a poco de "mujer de..." pasaste a ser quien realmente eras.
Ni siquiera he podido despedirme y agradecerte tus preguntas, tus preocupaciones y tus opiniones sobre mi vida. Tampoco he podido darte las gracias por cuidar de mi madre, por hacerla sonreir y por conseguir que se sintiera un poco menos sola.
Todos los vecinos preguntan por ti. Hasta los familiares de los vecinos. Hay varias maneras de preocuparse por los demás, "para quedar bien" y "de verdad". La primera no la conociste y de la segunda hiciste tu emblema y tu bandera.
Nunca estabas sola, todo el que pasaba se paraba y charlaba. Tu familia, tus hijos y tu marido, te acompañaban a todas horas e incluso en los peores momentos tenías una sonrisa para todo el que te dedicaba un "buenos días" o "buenas tardes".
Una vez más no lo entiendo, escapa a mi entendimiento que gente tan "buena" se vaya tan pronto. Estamos hartos de estar rodeados de personas que nos hacen daño y cuando aparece alguien que nos alegra la vida, desaparece como un rayo. Como ayer intentaba explicarme a mi mismo, tan sólo me queda la idea de que los "buenos" son los que ya han hecho todo lo que necesitaban hacer para ir al cielo, y nos abandonan cuanto antes para disfrutar.
Ayer pedí a Dios que te quedaras con nosotros, pero no pudo ser. Hoy le pido que nos deje a alguna de esas personas que nos hacen más fácil la existencia, porque sin ellas cuesta mucho seguir hacia delante.
Puede que no te conociera lo suficiente, puede que ni siquiera tenga derecho a escribir lo que escribo, pero creo que al menos desde el anonimato debo rendirte unas palabras. Así, donde quiera que estés verás que verdad eras alguien a quien era fácil admirar.
Un beso
Toño